¿Qué es el Ligamento Cruzado Anterior?

El ligamento cruzado anterior (LCA) es uno de los cuatro ligamentos principales que proporcionan estabilidad y minimizan el estrés de la articulación de la rodilla. Oponiéndose a los movimientos de traslación anterior y rotación interna de la tibia. Además el ligamento anterior sirve de estabilizador del valgo.

La lesión LCA es una lesión muy común en el deporte, que conlleva un largo periodo de recuperación. Este tipo de lesión es la más usual en el Fútbol. Tanto las deficienciencias del LCA como las reconstrucciones tienden, a posteriori, a un mayor riesgo de lesiones asociadas: desgarro de menisco y aparición temprana de osteoartritis.

Anatomía del Ligamento Cruzado Anterior.

El LCA se inserta en la parte anterior del área intercondílea de la tibia y se inserta en la porción posterior de la pared lateral de la fosa intercondílea del fémur. Tiene un recorrido ascendente en sentido craneal, posterior y externo. La longitud de LCA se encuentra entre los 22 y los 38 mm atendiendo entre otros factores a la talla del sujeto. Su anchura es de 7-12 mm.

Biomecánica del Ligamento Cruzado Anterior.

Un LCA poco resistente puede soportar, como mínimo, fuerzas máximas de 1070 N. En cambio uno intacto puede soportar tensiones de hasta 2050 N. El LCA a nivel biomecánico, está subdividido en las bandas anteromedial (AM) y posterolateral (PL). Las fibras AM se alargan durante la flexión, se tensionan al máximo 90º de flexión, permitiendo la estabilidad en esta zona del rango articular. Por su parte, la banda PL se alarga y se tensiona al máximo en los 0º y en hiperextensión.

Etiología de Lesiones del Ligamento Cruzado Anterior.

Las lesiones ligamentosas de la rodilla son más frecuentes entre la segunda y la tercera década de la vida, con mayor predominio en el sexo masculino. Alrededor del 70% de las lesiones del LCA se producen en el deporte de competición como son el fútbol y el balonmano, en los movimientos explosivos, aterrizaje… El 30% restante ocurre por situaciones extradeportivas en accidentes laborales, de tráfico…

Los factores de riesgo de lesión del LCA los podemos clasificar como internos y externos.

  • Los externos incluyen el tipo de competición, calzado y superficie, y las condiciones ambientales.

  • Los internos, incluyen factores anatómicos, hormonales y neuromusculares.

Sintomatología de Lesiones y Rotura del Ligamento Cruzado Anterior.

La sintomatología del LCA siguen un orden cronológico que gran número de autores defienden.

En 1er lugar, la gran mayoría de afectados, describen un crujido audible y aseguran haber sentido el fallo articular. Al sonido seco de la rotura del Ligamento Cruzado Anterior le sigue inmediatamente el dolor, generalmente intenso. Dicho dolor persiste, normalmente, en reposo, acentuándose en cualquier extremo del movimiento. Los afectados que tratan de incorporarse a la actividad pensando que no ha sido más que un susto experimentan la impotencia funcional.

En las roturas agudas, se produce un último signo, y es con diferencia el principal, pues se produce en en casi el 100% de los casos, se trata del hemartros (Derrame o acumulación de sangre en una cavidad sinovial producido de forma espontánea o a causa de un traumatismo).

Rotura de ligamento cruzado anterior tratamiento

Tratamiento de Lesiones del Ligamento Cruzado Anterior.

El objetivo de la fisioterapia pre y postcirugía deben buscar el mejor nivel funcional para el paciente evitando el riesgo de una nueva lesión. Esto se consigue eliminando la inestabilidad y restaurando la movilidad y la fuerza. No existe un protocolo perfecto, sino que las pautas del tratamiento deben ajustarse a cada individuo en cada momento de su propia evolución.

El proceso fisioterápico de la lesión del LCA se organiza en distintas fases.

1. FASE INMEDIATA.

Los objetivos de esta fase son;

  • minimizar la inflamación

  • evitar el dolor

  • aumentar el arco de movilidad

  • mantener la fuerza muscular.

Para controlar el dolor y la inflamación, se emplea crioterapia y AINEs, movilizaciones para prevenir pérdida de rango articular y ejercicios isométricos, cuyo riesgo de daño articular y meniscal son mínimos.

2. FASE POSTQUIRÚRGICA.

Se puede dividir en varias etapas:

2.1 FASE POSTQUIRÚRGICA 1.

Alcanza las primeras 2-4 semanas. La recuperación del arco articular es el aspecto más importante de esta fase. Para ello se utiliza una combinación de ejercicios pasivos y activos de forma progresiva. La propiocepción se trabaja con ejercicios sin carga; como por ejemplo pisar una pelota gomaespuma.

2.2 FASE POSTQUIRÚRGICA 2.

Fase intermedia, entre las semanas 6 y 10. Los isquiotibiales y el cuádriceps son los grupos musculares prioritarios en el fortalecimiento de esta fase ya que la estabilidad de la rodilla depende principalmente de ellos. Para ello, los ejercicios mas recomendados y seguros en esta fase son los de cadena cinética cerrada (CCC), por ejemplo como son los ejercicios de sentadillas. Se continúa insistiendo en la propiocepción con entrenamientos sobre superficies inestables. (Ejercicios con colchonetas y bosu). Otro de los objetivos es la recuperación del patrón normal de la marcha.

2.3 FASE POSTQUIRÚRGICA 3.

Se inicia aproximadamente entre el 2º y 3º meses de reconstrucción. Se llevan a cabo ejercicios de flexibilidad y se combina el trabajo (CCC) con los ejercicios de cadena cinética abierta (CCA), como por ejemplo puede ser extensión de rodilla en banco o prensa. En cuanto a la rehabilitación de la propiocepción, se introducen actividades de apoyo monopodal.

3. FASE DE ENTRENAMIENTO FUNCIONAL.

Se inicia transcurridas 16 semanas de la cirugía. Considerada la fase mas próxima al retorno a la actividad física y deportiva. Se trabaja la estabilidad monopodal sobre superficies inestables. También se llevan a cabo ejercicios pliométricos y actividades en las que se producen cambios de ritmo y dirección.

4. RETORNO AL EJERCICIO FÍSICO.

Esta fase se da a las 6-12 meses de la intervención. Habría que desarrollar nuevos programas de prevención basados en el control neuromuscular , sobretodo en el ámbito deportivo, con los que disminuir los valores cada vez mas altos de esta lesion. Por último es necesario recordar que no existe un protocolo perfecto, si no que las pautas de tratamiento se deben ajustar a cada paciente, en cada momento de su propia evolución.